“Si piensas llegar a alguna parte en la
vida, tienes que leer muchos libros”
Roald Dahl
La literatura Infantil en la escuela
Grabiel Garay – D
¿Cómo beneficia a un niño la literatura
infantil? ¿Por qué se hace necesario que los niños tengan contacto con los
libros infantiles en la escuela? ¿Tendrá realmente importancia su presencia? ¿Será
verdad que a través de ella podemos formar niños lectores? Éstas quizás sean
algunas de las preguntas que más frecuentan nuestro pensamiento docente cuando
alguien habla de literatura infantil.
La respuesta… la iremos conociendo de a poco
en este artículo para que pueda ser analizada y digerida con calma. Sabemos que
la gran mayoría de nuestros niños provienen de hogares poco lectores, hogares
donde se priorizan otras actividades en contraposición de lo que se hacía
antes: contar historias, jugar a las adivinanzas, leer libros o revistas.
Acercar la literatura infantil a un niño en
el aula constituye un medio y una herramienta poderosa que bien elegida y
sostenida mejorará su vida. ¿Cómo la
mejora? Vamos por partes.
En lo cognitivo: el niño expresará mejor sus
ideas, aprende de paso reglas del funcionamiento del lenguaje escrito, aprende
que con las palabras puede hacer sentir bien a otros, así como que una palabra
puede herir a alguien; su vocabulario se incrementa y todo esto, le será de
gran utilidad para empezar o fortalecer el aprendizaje de la lectura y
escritura. En lo emocional: sirve para superar miedos y eliminar tensiones. En
lo ético: analiza las conductas positivas y negativas de los personajes del
cuento, En lo afectivo y social: es un medio ideal para fomentar vínculos
afectivos entre padres e hijos, docentes y estudiantes, y los niños con sus
pares. En lo cultural: Es un medio
poderoso para la transmisión de la cultura, gracias a ella, conoce la sabiduría
y costumbres de su pueblo y su país.
Si todo eso ofrece, ¿cómo puedo incentivarla
en mi aula? Bueno, es necesario recordar que nada que se desarrolle bajo
presión o se imponga, gusta, eso está probado y comprobado. Con frecuencia le
hablamos al niño de la importancia que tiene la lectura, pero con nuestras
acciones le demostramos que valoramos más otras actividades (Escalante, 1991). Ser
promotores de literatura para niños en la escuela implica un cambio en nuestra
manera de actuar. La voluntad, conocimiento y el entusiasmo docente son siempre
contagiosos. Voluntad y conocimiento para planificar, seleccionar y sostener
las actividades literarias. Así como para saber involucrar a los padres y
directivos de la escuela en el fomento de la lectura. Entusiasmo para contagiar
y seducir a los niños con la lectura.
Todo docente promotor de lectura debe cautivar el oído del niño.
¿Cómo?, contándole cuentos, compartiendo poemas, cantándole. El reto que se nos impone como docentes es lograr que en la
escuela la lectura pase de ser sólo objeto de evaluación y se constituyan en
verdaderas experiencias de formación. Eso implica dejar la necesidad de evaluar
y controlar todas las lecturas. Generemos un diálogo u otras actividades
lúdicas literarias a partir del libro leído.
En definitiva, la literatura infantil cumple
una función importantísima en la nutrición lingüística de los niños. Por ello, debe
asumir un verdadero rol protagónico de la mano de nosotros docentes - promotores
de lectura para provocar en nuestros niños el deseo de leer.
“2 de abril - Feliz día
del libro Infantil”
Un bien no valorado
Grabiel Garay -D
La
literatura infantil aún no es valorada en su real dimensión ni en los hogares,
ni en las escuelas.
¿Por
qué la indiferencia desde el hogar? Cierto es, que hay hogares donde existe
pobreza extrema, pero hay otros, y diría en un gran porcentaje donde a los
libros infantiles se los ve como un gasto innecesario. Gasto que no se toma en
cuenta cuando papá tiene una reunión de amigos con presencia de bebidas alcohólicas,
o mamá invierte siempre en sus productos de belleza, lo cual no está mal, lo
malo es que por desconocimiento cultural, ellos, no saben el gran valor que
para un niño tiene el crecer rodeado de los libros infantiles. No solo hay que
nutrir el cuerpo, también hay que preocuparnos por alimentar nuestro cerebro.
¿Y
qué pasa en la escuela? En la escuela la literatura infantil está arrinconada y
solo se le emplea cuando se prepara una motivación para un tema equis en una
sesión de clase, o simplemente está como un objeto decorativo del aula. El día
que el maestro descubra el valor y el potencial que encierra la literatura
infantil, las cosas van a cambiar.
¿Por
qué la literatura infantil? Porque desde que el hombre pobló la tierra existe
la literatura. La literatura es parte
nuestra, forma parte de nuestro lenguaje y los niños deben crecer con ella.
Pensemos por un momento cómo se transmitía el saber en las tribus y aldeas
nativas a los niños y recordemos que eran los ancianos que en su mayoría lo hacían
mediante la narración de historias. Con la literatura los niños juegan y
descubren el poder que tienen las palabras. Aprenden que pueden crear mundos
alternativos, comprenden que hay palabras que no se pueden decir, además
fortalecen su expresión y ven el mundo de una manera distinta.
El
día que todos nosotros los docentes creamos realmente que los niños tienen
derecho a escuchar historias, a cantar, a contar chistes, jugar con las
adivinanzas...y cuando se conviertan en un lector autónomo, se les recomiende o
ellos mismos puedan seleccionar sus propios libros para disfrutarlos leyendo,
todo será distinto. Hoy vemos con preocupación cómo todas las lecturas son
empleadas para atosigarlo con un sinfín de preguntas que en lugar de animar a
leer, lo único que consiguen es espantar a los niños de los libros. No todos
las lecturas deben tener las benditas fichas de comprensión, lo bueno sería
buscar un espacio para comentar y saber qué le pareció a él o a algún familiar
el libro leído, o si él fuese el escritor qué cosas cambiaría y por qué, y
tantas cosas más que pueden salir en el momento de la conversación, pero cuidado,
para poder comentar el libro y despertar la afición por leer, se necesita de
docentes comprometidos, docentes que comencemos a tener un contacto permanente
con la literatura infantil y en especial haber leído los libros seleccionados
en el plan lector, solo de esta manera lograremos que ese momento de jugar con
el lenguaje y las palabras, se convierta en una experiencia enriquecedora y quizás
deje en los niños una huella imborrable.
Mientras
escribo este artículo, algo viene a mi mente, es la vida del más grande representante
de la literatura Infantil. Hans Christian Andersen, él nació en el seno de una
familia muy humilde, su padre un zapatero y su madre, se sabe una mujer que
tuvo problemas con el alcohol. Si bien tuvo una infancia limitada en lo
material, destaca la presencia de su padre en su infancia, aquel zapatero que
con amor le narraba y le leía en voz alta historias extraordinarias del libro:
“Las mil y una noches”, presencia que él mismo nos da a conocer en su libro “La
historia de mi vida”, cuando en unas líneas lo recuerda: “mi padre me leía de La
excéntrica La Fontaine, Holberg, Las mil y una noches y solo en esas ocasiones
leyendo, recuerdo haberlo visto sonreír”. Gracias a su padre y a su pasión
despertada, logró tener una formación esencialmente autodidacta que lo llevó a
enriquecer su imaginación y convertirse en el padre de la Literatura Infantil.
La
condición social no frenó a esta familia en dar el mejor bien creado por el
hombre a su hijo, la lectura y los libros. Qué bueno sería que en la familia
ambos padres se interesaran por involucrar a su hijo en la lectura, pero como hemos
podido ver en el caso Hans Christian Andersen, se necesita que uno de los dos, tome las riendas y con su
ayuda acerque a su hijo al mundo de la lectura y los libros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario