ÁNDER, EL PECECITO: La biblioteca acuática y el hábito lector



Ricardo Santiago Musse Carrasco
                                                                                        Escritor


  Una biblioteca es un cofre donde las palabras, impregnadas sobre oceánicas superficies textuales, surcan los estremecidos espíritus humanos. Franquear sus secretos es acceder a una acuosa ciudad fascinante, habitada por seres que atesoran, como un invalorable tesoro, el hábito lector, y cuyo bibliotecario obsequia ramitas de hojas azules. Porque lo que un bibliotecario ofrenda a los visitantes, es la posibilidad de adentrarse a historias maravillosas, posibilitando que los intrigados lectores estén días enteros sin salir de esos aposentos verbales; entretenidos, por ejemplo, con un relato titulado, por el escritor sullanero Grabiel Garay Castillo, Ánder, el pececito.

   Ánder, el pececito es, desde ya, una bella historia infantil cuyo personaje es atraído, de a poco, a situaciones que terminan despertando su gusto lector; pero lo más trascendente es que este pececito logra amicalmente compartir esos hermosos universos humedecidos por las desbordantes aguas de la literatura con su amigos marinos.



   Al leer esta prístina historia que traza, con los tiernos latidos a flor de piel, Grabiel Garay Castillo, he evocado a mi padre. Mi padre fue bibliotecario y de los buenos.


   En suma, lo que revolucionó la vida de Ánder, el pececito, fue ese regalo de su pequeño amigo, de ese sencillo bibliotecario sumido dentro de las cautivantes profundidades de libros, revistas y periódicos. Un bibliotecario como mi padre Fermín Musse Elliott (amigo del escritor Grabiel Garay Castillo) que es y será por siempre un hombre que, al contrario de la mariposa Fililú, nunca se envaneció y lo único que dejaba caer de su presencia no era un presumido polvo brillante sino las humildes luces de su acuática sabiduría. Espero muchos lean esta historia literaria  que desde ya es un gran aporte a la cultura infantil.    

LA RANA Y EL ENCANTO PARA LEER


Anahí  Baylon Albizu
                                                          
Grabiel Garay acaba de publicar otro libro que contiene dos cuentos para niños: La rana Victoria y Astor y la bola encantada.  Lo primero que vemos es una cubierta satinada, ilustrada con el dibujo de una rana alegre y colores sencillos, que tiene el poder de atrapar niños como pude verificarlo al ofrecerlo en la Hora del Cuento junto con muchos otros libros, y resultó siendo escogido para la primera lectura.  Por dentro, algunas ilustraciones se prestan para ser coloreadas por los pequeños lectores.  En buena cuenta se trata de un ejemplar que invita a ser internalizado, lo que demuestra que no es necesario un “libro-objeto” o un “libro-juguete”, sofisticado y de alto precio para que los chicos se apropien de él.

La primera historia, la de Astor y la bola encantada, se desarrolla como todos los cuentos en un lugar indefinido, pero la referencia a los algarrobos y al juego del tumba latas remite a Piura sin ningún esfuerzo. El conflicto se presenta cuando la ardilla tiene que escoger entre sus amigos de siempre y la extraña bola mágica.  Astor elige a los amigos y se deshace del llamativo encanto. Los participantes en la Hora del Cuento terminaron describiendo otros juegos que las pantallas electrónicas van desplazando de la vida cotidiana de los niños pero por lo visto, no de su memoria social.

La rana Victoria, cuando supo que su amiga estaba en peligro, no dudó en acudir al rescate y supo encontrar y convencer a quien podía ayudarla.  Elaboraron un plan, distrajeron al enemigo, corrieron varios riesgos, transformaron los fracasos en triunfos, hasta que al final el éxito les devolvió la alegría a todos.



El profesor Grabiel Garay acompaña sus cuentos con unas propuestas de recreación que van mucho más allá de los inútiles cuestionarios que con frecuencia se presenta a los niños para “evaluar” su comprensión lectora y que lo único que consiguen es alejarlos de la lectura porque en lugar de estimular el placer la asocian con el trabajo escolar.  Lo que hace Garay es invitarlos a jugar con las palabras y con las imágenes y los acompaña en la aventura, él es un auténtico promotor.  Sus historias se prestan a juegos de predicción, y al final del libro nos propone dos cuentos breves que, como en la más antigua tradición oral latinoamericana, engarzan una historia con otra en lo que puede ser un cuento sin final. Sin duda, este libro es un buen material para quienes deseen embarcar a sus niños en el mundo de la lectura.


DUENDES Y JUGUETES


                                                Anahí Baylon Albizu
Grabiel Garay acaba de publicar tres nuevos libros para niños, El marcianito Marcianín” y “Las Leyendas misteriosas de los Churs, 1 y 2, con lo que ya nos acercamos a la docena de publicaciones de este joven y experimentado maestro, escritor y notable promotor de lectura.  
Con su pasión por el universo de la ficción literaria, Grabiel, construye un hermoso vínculo entre el niño y el libro; además lo está capacitando, sin presionarlo ni obligarlo a ser una persona competente en el ámbito de la lectura. Estoy tentada a proponer que lo dejen formar una promoción y sus alumnos bien podrían participar en  las tan mencionadas evaluaciones de comprensión lectora, así seguramente superaríamos con creces los últimos lugares. Digo esto porque desde hace más de 30 años, cuando Danilo Sánchez Lihón comenzó a estudiar la problemática de la lectura en nuestro país, se conocen los lineamientos básicos de su promoción: libertad, afecto y placer.  Libertad para que el niño escoja lo que quiere leer, afecto del adulto que le ofrece la lectura y placer que se siente al leer.   Pero pareciera que no son muchos, desde el sector educación, los que se dan cuenta de la importancia del tema, y seguimos creyendo que el incremento del presupuesto es la panacea universal, cuando en verdad si falta cualquiera de los elementos mencionados, aunque no sea más que uno, no se logrará el objetivo de acercar el libro al niño, por tanto no habrá hábito de lectura y sin hábito de lectura no se llegará a la comprensión de los textos.  Así de simple, pero también así de contundente.


Grabiel es un devorador de historias, eso se nota.  No podría ser un escritor para niños si no conociera el universo de los libros que históricamente han logrado atraparlos.  Por eso encontramos en sus cuentos toda clase de seres mágicos, aventuras y misterios, a veces desarrollados en entornos tan familiares como el propio hogar, o paisajes abiertos como bosques, desiertos, lagunas y cerros, de Piura o de otros sitios.  Es que la lectura se torna más placentera cuando el texto nos sumerge en mundos conocidos.  De ahí que acudir a las tradiciones orales es uno de los caminos más seguros, que nuestro autor puebla de duendes, gentiles, tapos, guandures, fantasmas, sirenas, sin que al niño le importe que sea o no verdad porque le basta con que parezcan verosímiles, que hagan travesuras, y que si cometen maldades sufran las consecuencias.  Por eso un buen cuento infantil no tiene moraleja explícita sino que el lector la intuye desde su propia experiencia vital.  Podemos ignorar la cadena de asociaciones mentales que una lectura produce en el niño, pero con el tiempo se nos harán evidentes las consecuencias, sea en su lenguaje oral o escrito, sea en su comportamiento, en su modo de vincularse con las personas y la naturaleza, en su manera de reaccionar frente a las dificultades o en el despertar de sus múltiples inteligencias.  




 El marcianito Marcianín es un cuento de juguetes que cobran vida, viven aventuras, se hacen amigos, se divierten y también sufren pérdidas, como casi todos los niños.  Esta línea que inauguró Andersen con El soldadito de plomo, en muchos autores contemporáneos está vinculada a la Navidad y a la promoción de valores positivos como la solidaridad, la tolerancia, la amistad, el trabajo.  Los niños cuyos juguetes están vivos, suelen ser niños solitarios, con largas ausencias de papá o mamá, como es frecuente en la sociedad actual.   El juguete pasa a ser un modelo de buenos sentimientos y  una compañía segura.  El cuento les muestra que, aun en circunstancias difíciles, es factible encontrar ayuda, superar los problemas, en fin: vivir.

La edición cuidada, sin errores, con letras grandes, márgenes amplios, facilitan la lectura.  La cubierta y algunas ilustraciones interiores muestran colores atractivos pero lamentablemente los bolsillos no alcanzan, ni obviamente las tan publicitadas exoneraciones tributarias, como para publicar libros con más color.  Sin embargo, como los dibujos de José Zeta parecen sugerirlo, podemos decirle al pequeño lector que están así para que él mismo pueda pintarlos. Les recomiendo leer estos divertidos y entretenidos libros de Grabiel Garay.